Tan solo un año más tarde, Corey se fue al estudio de tatuajes Franco, en California. Allí aprendió el oficio, empezando por recoger basura y a realizar tareas de limpieza mientras esbozaba sus diseños. El estudio de tatuajes no tardó mucho en cerrar y, antes de hacerlo, el veterano Franco le regaló una máquina de tatuajes.
En 1987 las cosas dieron un vuelco para el tatuador. Conoció al artista de tatuajes Marcos Mahoney en una fiesta. A partir de ahí Corey empezó a visitar el estudio de tatuajes del artista y admiró el gran nivel al que trabajaba. Allí consiguió la oportunidad de empezar a tatuar y la posibilidad de formar parte del equipo de tatuadores de un nuevo estudio que Mahoney abriría en Los Ángeles.
Conoció a artistas tatuadores que admiraba profundamente. Avanzó sin límites en su profesión y su carrera se expandió por todo los Estados Unidos, Canadá, Francia, Amsterdam y Japón. Corey se convirtió en uno de los tatuadores más solicitados por el buen hacer de su trabajo.
Su primer estudio de tatuajes lo abrió, junto a dos socios, en California. El negocio duró 2 años y también fue escenario de un tiroteo a escasos metros del local. Los socios se marcharon y Corey se quedó solo. Tras tomarse unas vacaciones, volvió a trabajar y a viajar. Montó otro estudio en su propia casa, otro en la trastienda de una barbería y así hasta que por fin inauguró su propio estudio de tatuajes con un equipo dirigido por él, en 1997.
Corey confiesa sentirse afortunado de haber vivido lo mejor y lo peor del negocio de tatuajes. Todas esas cosas le hicieron aprender y mejorar
Buen tema y yo con planes de hacerme un tattoo jajajajaja!!
ResponderBorrarJajajaja gracias y si hágaselo, nada más que hay que tocarse la bolsa.
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